Un número de enfermedades neurológicas, como la esclerosis múltiple, dañan a los oligodendrocitos que a su vez, son los que producen la mielina, la cual protege a los axones de las células nerviosas.


Las consecuencias son debilitantes y causan todo tipo de efectos secundarios terribles, pero los investigadores de Caltech han desarrollado una terapia, hasta ahora probada en un modelo de ratón, que puede ayudar a reemplazar los oligodendrocitos dañados.


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La terapia utiliza el factor inhibidor de leucemia (LIF por sus siglas en inglés), una proteína natural que sabemos promueve la auto-renovación de células madre neurales y que reduce los ataques a la mielina por parte de las células inmunes, en otros modelos de ratones con esclerosis múltiple.


“Lo que no se había hecho antes de nuestro estudio fue utilizar la terapia génica en el cerebro para estimular estas células a re-mielinizarse”, dice Paul Patterson, profesor de Ciencias Biológicas en Caltech y autor principal del estudio.


Según los investigadores, el LIF permite la remielinización mediante la estimulación de las células progenitoras de oligodendrocitos a proliferar y hacer nuevos oligodendrocitos. El cerebro tiene la capacidad de producir oligodendrocitos, pero a menudo no provoca una respuesta de reparación lo suficientemente alta después de la desmielinización.


“Los investigadores se habían mostrado escépticos de que un solo factor pudiera llevar a la remielinización de las células dañadas”, dice Deverman. “Se pensó que se podían utilizar factores para estimular la división y la expansión de la población de progenitores, y luego añadir factores adicionales para dirigir esos progenitores a convertirse en células maduras productoras de mielina. Sin embargo, en nuestro modelo de ratón, cuando le damos nuestra terapia LIF, se estimula la proliferación de las células progenitoras y les permite diferenciarse en oligodendrocitos maduros.”


En otras palabras, una vez que los investigadores estimularon la proliferación de las células progenitoras, parecía que los progenitores sabían exactamente lo que se necesitaba – el equipo no tuvo que instruir a las células en cada etapa de desarrollo. Se encontraron con que el LIF provocó una respuesta tan fuerte que los niveles de oligodendrocitos productores de mielina del cerebro tratado, fueron restaurados a los niveles encontrados en las poblaciones sanas.


Los investigadores también señalan que al colocar el LIF directamente en el cerebro, se evitan los posibles efectos secundarios que pueden surgir cuando el tratamiento se introduce en el torrente sanguíneo.
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